Kalimba - Sanza - Mbira

Este curioso instrumento común en toda el Africa negra, tiene unos orígenes mal definidos, apareciendo por primera vez en los relatos de viajeros a finales del siglo XVI. Se ha pretendido que la sanza era el único instrumento específicamente negro-africano, cosa que no está demostrada en absoluto, en cualquier caso, es probable que la marímbula cubana, que es idéntica, esté directamente emparentada con ella: se supone que este instrumento habría emigrado con el esclavismo hacia América Central antes de que los negros liberados la llevaran de nuevo al continente africano.

En Africa Central podemos encontrar hoy los ejemplares más típicos. El solo de sanza es allí muy frecuente: el intérprete toca únicamente por placer; pero también podemos encontrar grupos de sanzas en los que intervienen dos o tres músicos y que son conjuntos que no resultan más excepcionales que los dúos con otros instrumentos, por ejemplo, con los xilofonos. La sanza puede desempeñar a la vez una función de instrumento rítmico y melódico prestándose así a la interpretación de piezas que incluyen una parte vocal y que, según los entendidos, figuran entre las obras más refinadas de la música africana. Por otra parte, hay que decir que en algunas étnias la sanza posee la singularidad propia de un objeto sagrado. En estos casos, los materiales utilizados en su fabricación están regidos por leyes iniciáticas, y su aspecto externo refleja simbólicamente una estructura social determinada relacionada con mitos de creación.

Aunque el término sanza es el más corriente, podemos encontrar igualmente denominaciones variadísimas según las regiones y los grupos étnicos: kongoma de Sierra Leona; Koné del Alto Volta; ambira de Mozambique; deza de Sudáfrica.

La sanza está formada por láminas flexibles vegetales, (de rota, bambú o corteza de palmera) o metálicas, en un número que oscilará desde tres hasta cerca de cuarenta. Estas láminas van colocadas sobre una pieza de madera plana y hueca, o sobre una caja rectangular (a veces semicircular o casi circular) hecha mediante la unión de varios tallos cortados o de secciones de pecíolo de palmera; esta pieza hace las veces de caja de resonancia. Las láminas se sujetan sobre la caja mediante una barra transversal, la cual a su vez está sujeta generalmente por un alambre; además, se apoyan en dos pequeños caballetes que van situados a ambos lados de la barra y que son ligeramente curvos; el extremo levantado de cada lámina suele ser más fino a fin de facilitar el punteo con los dedos. Las láminas más largas están situadas en el centro y las más cortas hacia los extremos, aunque todas ellas vibran libremente. Las alturas sonoras dependen de cada longitud a partir del punto de apoyo anterior, pudiéndose obtener un doble registro agudo punteando las láminas exteriores.

La afinación se lleva a cabo siguiendo varios procedimientos: por ejemplo, colocando bolitas de cera bajo las láminas o pegando en su extremo granos de resina; también existe la posibilidad de cambiar rápidamente la afinación modificando la longitud de las láminas.

El instrumento lleva a menudo “ruidófonos” (conchas, semillas, etc.) en la caja de resonancia o sobre las láminas; ciertas partículas diversas como granos secos, entre otros, pueden introducirse igualmente dentro de la caja. El choque continuo de estos ruidófonos hace que la sonoridad de las láminas resulte chirriante y zumbador.

Las dimensiones del instrumento son en extremo variables, siendo los más usuales los modelos pequeños que no sobrepasan los 20 cms. de largo por 10 cms. de ancho, y que tienen una altura de unos 3cms.; los modelos medianos alcanzan normalmente los 25 cms. de largo por 15 cms. de ancho; hay algunos ejemplares grandes que pueden tener hasta 40 cms. de largo en cuyo caso las láminas, debido a su grosor, suelen reducirse a cinco. El músico, de pie, sostiene el instrumento en sus manos; si toca sentado, lo apoya en los muslos. Los extremos libres de las láminas se hacen vibrar con ayuda de los pulgares y a veces con los dedos índice; en este caso los pulgares puntean hacia abajo y simultaneamente, los dedos índice puntean hacia abajo y hacia arriba a la vez. Otro de los procedimientos, utilizado corrientemente en los modelos grandes, consiste en apoyar el instrumento contra el pecho y mientras los dedos de una mano hacen vibrar las láminas, la otra se utiliza para golpear los laterales del resonador con la ayuda de una baqueta o de una piedra.

En la sanza se emplea un sistema pentatónico: sobre la base de la escala de cinco sonidos, los producidos por las láminas más graves se repiten a la octava superior, de manera que no hay notas que queden fuera de la escala; dentro de estos límites, el intérprete desarrolla una pieza musical por simple mutación de los acentos rítmicos, pieza que será, indistintamente, monódica o polifónica.


Texto extraido de “Los Instrumentos Musicales en el Mundo”, de François-René Tranchefort; Alianza Editorial, Madrid, 1985; pgs.65,66,67.